¿Qué es todo esto que ha pasado? ¿esto que pasa?
Del apego y el desapego, de irse, de quedarse, sin más.
¿Qué son estas transformaciones sucesivas, este oleaje indefinido, orgánico pero irreal?
¿Por qué a la vez me siento confiada?
Será que en el viaje heroico vienen pruebas, y en ellas, certezas.
No sé si antes mis ancestras se enfrentaron al abismo de las posibilidades vibrantes para construir las vidas que sus corazones pulsaban.
No sé si se atrevieron, si fue con culpa, con el juicio de la gente, con la locura de su lado.
¿Hubo alguna viajera, migrante aventurera, pirata sin raíz más que su cuerpo, su día a día?
¿Hubo trenes que se perdieron para coger otros atípicos, desconocidos?
Si hubo una rebelde la invoco:
Invoco a la inviablemente apasionada. A la que sentía profundo y a tal punto que no podía renunciar a su voz.
Invoco a la que nunca cedió su horizonte abierto, y a la que arrebatado, a punta de fuerza e ilusión, lo recuperó.
Invoco a la que pese a los mandatos se mantuvo libremente fiel a sí misma.
E invoco también a la que se fue porque tuvo el valor de quedarse con su apuesta de vida o muerte.
Y murió. Pero vivió.
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